Público, privado, íntimo: tres planos de privacidad para usar bien Internet

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Fuente: Galería de J.F. Marrero en Flickr
Este planteo lo escuché hace muchos años, y no viene del mundo de Internet ni de la tecnología, sino de la psicología. La idea radica en que existen tres planos de sucesos: el público, el privado y el íntimo. El primero, lógicamente atañe a todo lo que ocurre y se desarrolla en ambientes a los que todo el mundo tiene acceso. El privado, en cambio, ya corresponde a aquellas cosas que quedan para un grupo de elegidos. El íntimo es sin dudas tan claro como el primero: sólo es propiedad de quienes producen un acto o quienes son compartidos del mismo.
¿A qué viene todo esto? Los sucesos son información. Periodísticos o no, son acontecimientos que ocurren y que pueden ver la luz pública, incluidos los actos íntimos, según quien sea su protagonista. Hay varias tesis al respecto, donde de las que pude leer sobresale la de Carlos Soria, el español gran experto en medios de comunicación.

Más allá de ese debate, tener presente siempre las líneas que dividen imaginariamente a esos tres ámbitos puede ser fundamental para comunicar de manera adecuada. Cada vez que esos tres planos se cruzan, se mezclan, se enredan, los límites de la privacidad comienzan a desdibujarse. En las redes sociales eso se potencia, porque cada error público está expuesto a mucha más gente que la que participa de una reunión pública, por caso. Aún quienes no pudieron asistir a esa reunión pueden tener acceso a datos íntimos o privados, erróneamente volcados allí.

Y la culpa no es de Internet ni de la tecnología, sino de quienes comparten allí esa información. Culpar a la gran cantidad de herramientas que hay disponibles es pretender eximirse de la responsabilidad innata de preservar los datos propios que deben quedar bajo resguardo.

Si cuento por teléfono que cometí un delito, no voy a culpar a la telefónica por descubrirme. Sin embargo, la gran cantidad de herramientas tecnológicas disponibles hace que muchas características sean ajenas a los usuarios avanzados. Una noche, avanzada, descubrí a una amiga escuchando cadena de temas musicales del mismo artista.  Le mandé un mail y se sintió invadida. Sin embargo, yo no había cometido ninguna transgresión: sólo había mirado su perfil de Last Fm.

Si todos tuviéramos en cuenta los tres planos de la privacidad al momento de usar la tecnología, tendríamos menos confusiones. Si tengo un diálogo privado o íntimo con mi pareja a través de medios públicos -Twitter abierto, Facebook, blogs-, estoy ofreciendo a todos la posibilidad a que opinen sobre el tema. Alpiste.

Si los comentarios no eran para que terceros se enteren u opinen, ese diálogo debe cursarse por mail o msn. No por Twitter ni por el muro de Facebook. Si, en cambio, comentamos una noticia, algo que pensamos, que sí queremos compartir, esas tecnologías son ideales.

Por momentos me sentí escribiendo obviedades en este post, sí. Pero me remito a la pregunta de una amiga que quiso saber cuántas veces había visto en Internet enredos de este tipo. Y la verdad, es que muchas veces en los últimos tiempos.

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