Casi había olvidado lo que era comprar un disco: el momento de abrirlo, a ver qué textos y arte tiene, y seguir lo temas con las let
ras y lo que propone el material interior. La relación con el objeto es lo que hacía tiempo no tenía. Luis Alberto Spinetta fue capaz de hacerme ir hasta una disquería -¿¡se acuerdan!?- y es capaz de mucho más. Recién comienzo a escucharlo, no puedo escribir mucho todavía del disco, salvo que los últimos tres temas son genial
es, pero creo que hay genialidad en todo el disco. Ah, y como si los diseñadores de producto se esmeraran en que un no vuelva a comprar otro CD, el packaging es de cartón, con forma trapezoide, muy lindo, pero con un problema: ya vienen rotos los dientes para agarrar el disco, y cualquier intento por cambiarlo
es vano, simplemente porque la mayoría debe estar en situación similar. Muchachos: media pila.