Esta gran infografía muestra la concentración que existe en materia de alimentos: 10 corporaciones manejan los principales productos que consume la gente.
Vía: Visual.ly
Periodista, emprendedor y comunicador
Esta gran infografía muestra la concentración que existe en materia de alimentos: 10 corporaciones manejan los principales productos que consume la gente.
Vía: Visual.ly
Los banners están fracasando como una forma de comunicación para las organizaciones. Hay varios motivos para explicar su derrota, pero yo quiero hacer hincapié en uno que todavía puede darle sobrevida o bien puede ser embrión de nuevos formatos con más suerte: la paupérrima creatividad de quienes los piensan y materializan.
En líneas generales, si dejamos en manos de los empresarios y ejecutivos la elección y redacción de temas a comunicar en gacetillas a los medios, harán una selección aburrida y terminarán en la papelera de los mails de los periodistas. Ese mismo es el motivo que lleva al fracaso a los banners: que la mayoría de las empresas creen que lo que tienen para contar en sus banners es interesante, y no tienen la humildad -ni la apertura mental- para darse cuenta que los temas que a ellos les parecen importantes suelen ser aburridos para la audiencia. Esto es una obvia generalización, hay honrosas excepciones 🙂
Podemos ver algunos banners que instan a quienes lo ven a “entrar al sitio”, de quien se promociona, sin que se explique para qué. Hay miles de ejemplos más, casi uno por banner. Esa mirada equivocada es la que ha consagrado a los banners como esa imagen que invade o le quita lugar al contenido que el lector quiere acceder. ¿Cómo cambiar eso? Si los banners se propusieran agregar información a los visitantes de los sitios web, tal vez lograran llamar la atención. Si lograran agregarle valor a los navegantes, la historia seguramente sería otra.
Ahora bien: ¿cómo agregarle valor a un usuario desde un banner de 468 por 60 píxels? Tal vez pensando como en las redes sociales: en ofrecer contenido para una comunidad, y no intentando vender primero un producto a quien, aún cuando le interese lo que ofrece el anunciante, siente que no tiene la suficiente información como para entrar a un sitio que agresivamente quiere venderle.
Una forma en que los medios pueden ayudar a que eso cambie es ayudar, orientar, guiar a los anunciantes con sus comunicaciones. Algo similar a lo que hizo Wired en los noventa: participar de la comunicación de las empresas para pensar y materializar los avisos de su revista. ¿Algún medio o blog podrá intentar eso? Como lector, ¿te interesaría más un banner que en lugar de decir “Entra al sitio de purificadores de agua”, dijera “Cinco aspectos a considerar para purificar el agua corriente”?
El sector de los medios de comunicación comparte la crisis que implica la redefinición de su modelo de negocios como ocurre con otras industrias del entretenimiento, a partir del cambio que se está experimentando desde hace algunos años en la distribución y la forma de acceder a los contenidos periodísticos. Este proceso comenzó hace años ya, de la mano de la necesidad de muchos medios de nicho de hacer crecer su negocio, ya que dependían de los sponsoreos, algo que mermó considerablemente de parte de las empresas. En función de lo que veo en el mercado, elaboré estas cinco oportunidades de negocios actuales y cinco que deben crecer para serlo, pero que recomiendo seguir de cerca. La clave es pensar en tener más de una fuente de ingresos, no depender solamente de la publicidad.
Cinco negocios actuales:
Cinco negocios para el futuro:
El comercial publicitario de una compañía de telefonía celular de Tailandia, Dtac, es muy claro. Muestra una tendencia que seguramente todos notamos, y más aún, muchos somos parte de ella: la utilización de teléfonos inteligentes para mirar mails o chatear mientras estamos acompñados de otras personas. Y señala la importancia de “conectar para desconectarse”, tal como se llama la campaña.
En lo que a mi respecta, soy un defensor de la tecnología para mejorarnos la calidad de vida, pero también propugno permanentemente el encuentro, en mi familia, entre amigos, entre colegas… creo que el contacto personal provee una energía imposible de reemplazar con la tecnología.
Visto en: Hellooo
En estos días, se hizo público el habitual estudio de Price Watherhouse sobre la industria del entretenimiento, del cual se desprende que los medios de comunicación impreso reemplazarán los ingresos que pierden por su negocio tradicional con el incremento de las ventas en medios digitales, aunque el estudio no precisa si los valores serán similares, algo que no creo que sea así.
Del mismo estudio sale un dato relevante: en la Argentina los medios crecerán en ingresos más que en otros países. Se estima que para el 2016 el incremento será del 16 por ciento, mientras que en Alemania, por ejemplo, rondará el 2 por ciento.
También es importante prestar atención a los datos de lo que a primera vez parecen otras industrias (videos, cine, internet, música videojuegos) que parecen ajenos a los medios, pero no lo son. En esos segmentos, la tendencia general es que continúa la migración gradual de los formatos y medios de distribución tradicionales a los digitales. Así, las ventas por streaming superarán a la televisión prepaga. En este punto es de vital relevancia cómo progresarán algunos negocios de alianzas, como el servicio ESPN Play, que se ofrece a través de los ISP.
Visto en: El País
Mi colega y amiga Clarisa Herrera me pasó estos dos videos de conferencias de TED que así como ella me recomendó especialmente, me permito hacer lo mismo. Son de una investigadora, Brené Brown, quien descubrió que podía conectarse mejor con el mundo exterior -y en consecuencia y principalmente consigo misma- a partir de aceptarse vulnerable, algo que casi contradice su propia formación.
Luego de esa conferencia, Brown cuenta cómo la pasó, parece que nada bien. Pero volvió a TED y habló de la vergüenza.
El poder de la vulnerabilidad
Escuchar a la vergüenza
Estaba en el restaurant-bar Andén, de Santa Fe y Arévalo, desgrabando unas entrevistas luego de ver ganar con lo justo a mi River, así que me concentraba con mis auriculares en entender algunas traductoras de voz bajita, mientras en la mesa delante mía tres muchachos de 25 a 30 años leían grupalmente y ocasionalmente debatían apuntes en mesa. En alguno de mis altos, o cambios de grabación, escuché frases sueltas. Pero más que el contenido, notaba que había un gran apego a las frases de los libros. Parecían seguir una ciencia más exacta que empírica.
¿Derecho? Tuve la certeza que eran estudiantes de derecho, algo demorados en terminar su carrera por algún factor extraño. Seguí con mis notas. En un momento, escucho que aluden al periodismo. Casualidad. Y seguí con lo mio.
Cuando terminé una nota y las desgrabaciones del día habían sido suficientes, me desconcentré y puse más atención en lo que decían mis compañeros de bar. Efectivamente, hablaban del periodismo. Estaban estudiando alguna materia de Comunicación, muy probablemente. Escuché frases como “el periodismo de investigación enriquece el debate” o cosas similares. Jamás sabré si estudiaban Comunicación o una materia del tema dentro de otra carrera. Pero no pude dejar de pensar en el abismo que separan a la teoría de la práctica, más en materia de periodismo, que no deja de ser oficio, que el negocio convirtió en carrera universitaria. Porque si miramos los resultados, no puede decirse que la necesidad de profesionalizar a ese oficio fue lo que instó a los claustros a sumar esa temática: hoy en día las mejores prácticas del periodismo siguen estando más en manos de viejos conocedores del oficio, formados incluso por fuera de la educación formal, antes que por los egresados de insignes universidades.
Pagué, dejé una propina acorde al 10 por ciento por que siempre vuelvo al Andén. Y me preguntaba si esos tres colegas de sitio dentro de algunos meses o años serán periodistas. No lo se, solo espero que no se choquen con la realidad duramente, o mejor: que no terminen trabajando en empresas que bastardean al periodismo al utilizarlo como herramienta para hacer marketing. No porque sea indigno trabajar de eso, sino porque quedarán atrofiados de por vida.