Un día como hoy pero seis años atrás, me mandé y armé mi blog. No recuerdo si empecé en el impresentable hosting de Dattatec o en algún otro experimental. La cosa es que apelé a una plataforma que me dio grandes dolores de cabeza, el B2evolution, que era bueno pero un dia el spam se llevó todo mi disponible de transferencia, y lo cambié.
Probé con Blogger y terminé en WordPress, de donde dudo que lo vuelva a migrar. No sabía bien cómo blogear -¿lo sé hoy?- ni qué destino iba a tener. Lo que sabía es que quería hablar de todo lo que no fuera tecnología, para lo cual tenía y sigo teniendo a Relecturas. Si quería decir cosas de la música que me conmueve, de los libros que me generan sensaciones fuertes, de la realidad de los medios y la influencia de Internet en el negocio periodístico, de la gente que quiero, de mi alegría sufrimiento con River, seguramente iba a ser un espacio ecléctico. Y me pareció que Fresco y Batata resumía esa combinación: una mezcla de dulce con salado, un postre que -pese a gustarme- siempre lo vi como combinando dos mundos diferentes.
Así lo empecé. Siempre digo que es mi blog no comercial, personal, el que no espero monetizar. Hay épocas en que lo abandono por distintos motivos, y otras en que le dedico varias horas a escribir o a su administración. La cuestión es que Fresco y Batata es como mi cable a tierra, que me acompañará mientras siga existiendo Internet.